Nacho Sánchez, un guitarrero de ley
Nació en La Majada, San Luis. Siempre se destacó por difundir la música cuyana. Fabricó su primera guitarra con sus manos y un cuchillo. Integró varios conjuntos de reconocida trayectoria en Cuyo. En su casa tiene un museo con cientos de recuerdos.
Nasario Víctor Sánchez Blanco nació en La Majada, Departamento Ayacucho en el norte sanluiseño, un frío 28 de julio de 1936 y es hijo de Crescencia Blanco y Nicomedes Sánchez. Y según su propio relato, hoy a los 82 años, dice que tiene muchos familiares en varios pueblos del norte puntano como en San Francisco, Leandro N. Alem (Los Corrales), Luján y Quines.
Nacho, para sus amigos y para el ambiente folclórico musical cuyano, cuenta que desciende de una familia de agricultores y artesanos bien criollos y recuerda que su abuelo Rodolfo Blanco, sus tíos Ignacio, Víctor, Antonio, Rafael, Cipriano, Domingo y Cristóbal son guitarreros y cantores y cree que de ellos surgió su interés por la música y el canto.
Asegura que cuando escuchó el clásico sonido del «tilín-tolón» que emanan las guitarras, nunca lo olvidó y hasta el día de hoy se emociona al recordarlo. «Una vez viendo a mi padres colocar las cuerdas de tripas (se las llaman el entripado) y después de afinarla, sentí como el primer mensaje que me daba la música al escuchar el afinamiento que marcaban aquellas cuerdas. Fue algo maravilloso y no tardé en escuchar a mis tíos trenzarse en encuentros familiares y fogones al viento que nunca olvido», aclara.
Cuando era un pequeño niño fabricó, de un trozo de madera y utilizando un pequeño cuchillo, una guitarra y le hizo unos encastres en sus extremos para darle forma de instrumento musical. Luego de colocarle seis cuerdas de elástico de caucho tensadas, logró una sonoridad musical y podía con ellas, rasguear sacando desordenados sonidos.
El guitarrero, que supo cantar con Mario «Poroto» Rivarola antes que este formara el dúo «Las Voces del Chorrillero» con Jorge «Cholo» Torres, señala que fue alumno de la escuela «Belgrano» en el paraje Bajo Chico, en un lugar llamado Alto de la Seña. Después cuando se radicó en la capital sanluiseña, estudió en la escuela «Provincia de Córdoba», pero finalizó la primaria en la «Juan Crisóstomo Lafinur».
«Fue una época maravillosa ‑agrega‑, con Omar «Teté» Ávila, que después fue guitarrero de Clemente Canciello, integrando «Los Cantares de la Cañadita» y con Isaac Miranda, músico y compositor sanluiseño, nos encargábamos de ponerle música a las fiestas escolares que la dirección nos pedía. Nunca nos negamos a tocar en los actos escolares, cantándole a la amistad, a la familia y a la Patria». Cuenta además que en una época integró «La Pandilla de los Niños» en Radio Nacional.
Tiene cientos de anécdotas y buenos recuerdos de su infancia, rememora que cuando niño, su madre le enseñó una antigua tonada con cogollo y dedicatoria para darle una sorpresa a su amiga Adelina Alcaraz en Villa de la Quebrada con motivo de su cumpleaños o en el día de «su santo», como se denominaba a estas emotivas y antiguas expresiones.
«Quizá por curiosidad y al verme tan entusiasmado con mi guitarra, varios folcloristas y cantores populares me enseñaron letras del cancioneros cuyano: ‘Los sesenta granaderos’, ‘El clarín de los titanes’, ‘Fray Luis Beltrán’, ‘El niño y el canario’, ‘Campanitas de Santo Domingo’, ‘El jardín de mi madre’, ‘Yo vendo unos ojos negros’, ‘Mi más preciado tesoro’, ‘La trilla’, ‘La tonada del arbolito’ y muchas más que hoy escapan a mi memoria. Así fui aprendiendo y comprendiendo el contenido de cada una de esas letras, creciendo mi amor por la música cuyana y hasta tuve la oportunidad de conocer a don Hilario Cuadros, para mí el máximo trovador cuyano», asevera.
Detalló que Rufino Lucero un gran amigo y compadre, le contó la posibilidad de sumarse al grupo «Los Trovadores de Cuyo», pero que por su corta edad, su familia no se lo permitió.
Años después, junto a su hermano Pedro Ramón (fallecido) fundó el dúo «Hermanos Sánchez» con el que representó al barrio Pueblo Nuevo y cumplió actuaciones en Radio LV13. También acompañó a los músicos Alejandro Cirilo «El Gato» Magallanes y Juan Roberto «Quirquincho» Quiroga, entre otros.
«Por esos años, armamos el dúo Rivarola-Sánchez, acompañados de David ‘Pelado’ Arroyo, de Villa Dolores, con el tiempo mi amigo Mario ‘Poroto’ Rivarola formó el dúo ‘Rivarola-Torres’ con el éxito que todos conocemos», añadió.
La gran movida cultural de los gobiernos peronistas en San Luis, lo llevó a integrar embajadas que llevaron su talento por distintos puntos del país. En una oportunidad, junto al poeta platense Juan Antonio Bourdieu a cargo de Cultura de San Luis, armaron «Las Voces de las Sierras» integrado por Deolindo Becerra, Isaac Miranda y Eugenio Lucero de Nogolí. Actuaron en el acto inaugural del servicio eléctrico de Merlo -1953- y también en «La producción datilera» en Quines.
En Nogolí, junto a su padre, sus hermanos y amigos generó una movida de instrumentos a cuerda donde Nacho destaca la colaboración de Luis Gerónimo Lucero Riera que les facilitó un bandolín. A esa altura, Nasario Sánchez Blanco era un músico consagrado, serio, respetuoso y muy querido en el ambiente artístico-cultural sanluiseño y zonas aledañas.
De profesión dibujante técnico, proyectista y técnico en construcciones civiles, se hizo un lugarcito para estudiar guitarra bajo las órdenes de Paulino Maldocena. Así participó de grandes juntadas con «El Rengo» Olariaga, Pedro Aguilar, «El Gato» Magallanes, el «Quirquincho» Quiroga y otros músicos del momento.
Sánchez actuó en el Salón Cultural del Obispado de San Luis junto a «Toto» Anzulovich, «Los Hermanos Balmaceda» y «Los Hermanos Varas». En Mendoza actuó en clubes y en Radio Libertador con «Los Chapanayinos» y «Los Hermanos Calderón» con los que llevó el mensaje de los puntanos y participó en fogones criollos, cabalgatas o jineteadas.
En 1960, representó a San Luis en el Certamen Nacional de Destreza Criolla en el club River Plate, que fue organizado por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, cuyo presidente era Santiago Rocca. Integraba «Jirón Gaucho» junto a Rubén Tula, profesor de danzas, Juan Roberto «Quirquincho» Quiroga y Mario «Poroto» Rivarola.
Memorizando, Nacho dice: «Hay que tener en cuenta la magnitud y la importancia que tenía este certamen, que la organización hizo salir de San Juan un tren especial para que al pasar por nuestra provincia, subieran los músicos, monturas y pertrechos gauchos. Domadores, pialadores, jinetes, adiestradores, caballería policial, animales chúcaros, monturas traídas de las sierras puntanas o de la pampa sureña, caballada de primera línea que portaría la enseña de San Luis, y entre todos nosotros, estaba don Telmo Suárez, un típico hombre de campo bien montado y de gran barba blanca. Todo un personaje».
«Fue tan importante la movida ‑continúa‑ que el Ejército Argentino preparó albergue para todas las delegaciones del país. Fue una fiesta imborrable donde el público aplaudió cada una de las acciones que nuestros criollos y músicos realizaron en el predio».
Entre mates y pastelitos dulces, cuenta su larga vida como músico, no olvida a los famosos Alfonso y Zavala como a los más humildes guitarreros de aquellos tiempos. Su hombría de bien no le permitiría «cometer el atropello de faltarle el respeto a un guitarrero cuyano». Sin olvidar sus orígenes y su profesión, siempre se las ingenió para darle rienda suelta a su pasión: la guitarra y el canto.
Sánchez se siente orgulloso de su aporte y considera que a lo largo de su trayectoria, difundió la música y la poesía cuyana. Hace unos acordes con la guitarra que descansa entre sus manos y expresa: «Fueron tiempos de innumerables juntadas en San Luis, Villa Mercedes, Merlo o donde fuera, hicimos presentaciones junto a Jorge Carrera (hermano de Chola), los pianistas ‘El Patón’ Di Sisto y Guillermo Albisu, Mario Rivarola y mis hermanos, todo era como una especie de gran conjunto. Sociedad Española, el Cine Ópera en Radio Nacional, en el programa conducido por Mary Blanco o en ‘Tiempo de Guitarras’ de Ricardo Barbeito, también en el Antiguo Templo o en el Festival de La Calle Angosta, en presentaciones de libros de ‘Cholita’ Carrera o de Luis Gerónimo Lucero Riera, en los encuentros culturales de Carlos Témoli de ‘Abriendo Surcos’ y sus hijos Alita y Alito».
«En ‘San Luis somos nosotros’ ‑relata‑ homenajeamos a Luciano Marcos ‘Chango’ Arce, nos presentamos en San Luis y Córdoba. En Merlo acompañando a Ricardo Torres recitando poemas de Antonio Esteban Agüero. En la presentación del libro ‘Ni más ni menos’ del escritor Juan Carlos Márquez y del canto de Félix Dardo Palorma, también actué junto al grupo ‘Los Puntanos’, acompañé a las guitarras de Alfonso y Zavala y también a Gina María Hidalgo junto a ‘Colacho’ Brizuela».
En su pequeño refugio cultural se observan varios ejemplares de revistas musicales, pergaminos, recordatorios, fotografías, pinturas y distinciones. «Fui parte de la Comisión Encuentro de los Cuyanos junto a Ricardo Barbeito, Nivardo Fernández, Emilio Soria, Luis Suárez y César Figueroa entre otros, de la Asociación Nativista Sanluiseña junto al ‘Changuito’ Arce y Juan Muñoz, también actué junto al grupo ‘Los Puntanos’. «Eran muy lindos tiempos y había mucha difusión de las cosas nuestras», rememora.
Nasario Sánchez Blanco está casado con «Beba» González y tiene tres hijos: Marina Graciela, Víctor Orlando y Claudia Alejandra. También, nueve nietos y dos bisnietos, Francis y Felipe.
Para el final agrega: «Me siento un permanente colaborador de las expresiones cuyanas y siento un gran orgullo de ser sanluiseño. Las puertas de mi casa están abiertas para estos encuentros y para todos aquellos que quieran o necesiten mi colaboración».
«Hoy a mis 82 años tengo mi propio espacio donde recibo a mis amigos y aprovecho para practicar o interpretar la música que más quiero, la cuyana».
Fuente: Diario de la República