El estrés, la crisis y la tecnología, aliados de los trastornos del sueño
El 40% de los argentinos tiene problemas y advierten que no descansar bien puede desencadenar dolencias graves, como demencia.
Los problemas para conciliar el sueño afectan al 40 por ciento de la población argentina y no prestarle atención puede acarrear enfermedades crónicas. Dos de los trastornos más comunes son el insomnio y la apnea del sueño, esta última dolencia si no es tratada a tiempo puede desencadenar enfermedades como hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, ACV (accidente cardiovascular), depresión y obesidad. Los especialistas recomiendan consultar a un médico ante la presencia de síntomas como cansancio en la mañana, somnolencia o adormecimiento durante el día, mal humor, impaciencia, irritabilidad, pérdida de memoria, o más graves como sentirse somnoliento mientras se conduce, dolores de cabeza difíciles de tratar y comportamiento hiperactivo, especialmente en niños. Los puntanos afirman que el estrés y la falta de dinero son preocupaciones que inciden a la hora de apoyar la cabeza en la almohada.
Esta semana (el 15 de marzo es el Día Mundial del Sueño) se concientizó en todo el mundo sobre la importancia del buen dormir. En el hospital Británico de Buenos Aires, hace 10 años que realizan actividades por esta fecha y este año no fue la excepción. El coordinador de la Unidad del Sueño de ese nosocomio, Eduardo Borsini, explicó que el 30 por ciento de los argentinos tiene insomnio, una estadística que se asemeja a otros países occidentales con estilos de vida similares, como Brasil y Estados Unidos. La apnea del sueño, un trastorno potencialmente grave en el que la respiración se detiene y vuelve a comenzar repetidamente, difiere según el sexo. En mujeres el 9% lo sufre, mientras que en hombres llega al 17%.
«Es una enfermedad epidémica. En general tiene múltiples causas, las más comunes tienen que ver con el sobrepeso y la obesidad y también con el envejecimiento de la gente, mientras más grandes más probabilidades de tener esta afección», describió Borsini.
El insomnio tiene que ver con el estilo de vida. «El uso inapropiado, indebido o exagerado de la tecnología, el ritmo de vida que llevamos, los horarios de despertarse temprano para ir al trabajo y acostarse tarde. También la exposición a la luz artificial, a las pantallas de LED, como la computadora o el celular, todo eso contribuye al insomnio», comentó, aunque aclaró que también hay personas que son más propensas a esta afección y puede ser genético.
Borsini dijo que la cantidad de horas que una persona duerme varía según la edad. «Un niño de preescolar duerme 12 horas, uno en edad escolar no debería dormir menos de 9 horas y media. Un adolescente cerca de 8 y media y cuando sos viejo dormís menos: un adulto unas 7 horas y los ancianos 6 y media. Pero esto no se cumple. Hay problemas de cantidad de sueño, de sincronización en cuanto al horario para ir a dormir y problemas en la calidad del descanso que tiene que ver con enfermedades. Las personas tenemos un desfasaje entre el reloj biológico y el de la pared o social. Estos no están sincronizados y eso produce somnolencia, bajo rendimiento en el trabajo y en la escuela y riesgo de accidentes sobre todo quienes manejan vehículos», indicó.
El trabajo nocturno también puede generar trastornos si se prolonga por muchos años. Por ejemplo, Borsini contó que se hizo un seguimiento de 70 mil enfermeras que dormían fuera de hora, por 10 años. Durante ese tiempo, las mujeres engordaron 10 kilos. «Somos seres diurnos, con los ritmos fisiológicos ajustados para trabajar de día y dormir de noche. Si modificás eso empiezan los trastornos hormonales, de regulación metabólica y hasta de apetito selectivo para algunas comidas. La reparación del sueño ocurre porque hay funciones que no se producen durante el día. De noche, el cerebro está totalmente activo, haciendo funciones que de día no hace. Esas funciones si dormís de día también se pueden producir, pero van en contramano de otras, por ejemplo, la secreción de hormonas y la temperatura del cuerpo, que son dictadas por el ciclo de luz y oscuridad. Volver a la normalidad puede demorar unos días. Por eso si trabajás cuatro días de noche, tres de día y así siempre, eso no se acomoda nunca más», remarcó.
Algunos lectores de El Diario contaron por qué les cuesta dormir de noche. En las causas de su insomnio están el estrés diario, las preocupaciones por la falta de dinero y no llegar a fin de mes, el trabajo nocturno, el estudio y, por supuesto, el celular y la televisión. Algunos expresaron que una de las soluciones a esto es leer un libro y hacer relajaciones antes de dormir.
Recomendaciones
Borsini recomienda dormir la cantidad de horas mínimas necesarias y tener un sueño de buena calidad. «Este año, la Sociedad Mundial de Medicina del Sueño, tiene un lema que es ‘sueño saludable, envejecimiento saludable’ y es para reflexionar el impacto de un descanso de buena calidad en los pacientes mayores. Hoy se está hablando con mucha fuerza de la relación entre mal descanso y la demencia. Dormir poco, es malo y con los años genera enfermedades mentales o acelera las degenerativas y hay evidencias científicas muy poderosas en este sentido. La idea es reflexionar hacia dónde estamos yendo con esta vida moderna que estamos llevando», concluyó.