A 39 años de la guerra, la Argentina afianza su ofensiva diplomática por la soberanía de Malvinas
La exclusión de las Malvinas del acuerdo comercial post Brexit entre la UE y el Reino Unido y el cada vez más evidente retiro de apoyos europeos a la política colonial británica configuran una oportunidad que el Gobierno no está dispuesto a dejar pasar.
Por Martín Porto
A 39 años del inicio de la guerra de Malvinas, el 2 de abril de 1982, la Argentina afianza su ofensiva diplomática para lograr la soberanía de las islas, en un escenario internacional que abre perspectivas potencialmente favorables al reclamo argentino.
La exclusión de las Malvinas del acuerdo comercial post Brexit entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido y el cada vez más evidente retiro de apoyos europeos a la política colonial británica configuran una oportunidad que el gobierno argentino no está dispuesto a dejar pasar en su intención de sentar a los británicos a una mesa de negociación para dar solución a la controversia por el archipiélago.
Malvinas, afuera del acuerdo post Brexit
El 1° de enero se consumó la salida del Reino Unido de la UE y las Islas Malvinas dejan de formar parte de su Constitución, ese vacío legal allana ahora el camino para que Argentina busque sumar apoyos de países del viejo continente a su reclamo.
Con Gran Bretaña fuera de la comunidad europea, sus enclaves coloniales de ultramar dejaron de tener la protección del Tratado de Lisboa, que les confiere el mismo status que un Estado parte.
Con Gran Bretaña fuera de la comunidad europea, sus enclaves coloniales de ultramar dejaron de tener la protección del Tratado de Lisboa
Además, al quedar excluido del acuerdo comercial post Brexit, entre la UE y el Reino Unido, el archipiélago perderá los beneficios comerciales, impositivos y aduaneros en el intercambio de los isleños con los países del bloque comunitario.
En ese contexto, los habitantes de las Islas Malvinas habían manifestado su rechazo y «decepción» por su exclusión del acuerdo post Brexit entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido, y se quejaron del trato «sucio e injusto» que les dispensó el Gobierno británico.
La Asamblea Legislativa de las Islas sostuvo que sus representantes nunca estuvieron en «condiciones de negociar directamente» en su «propio nombre».
«Desafortunadamente, a pesar de nuestros mejores y sostenidos esfuerzos, el Gobierno del Reino Unido no pudo asegurar un acuerdo en nuestro nombre», se quejó la Asamblea en una solicitada publicada, en la oportunidad, en el periódico malvinense Penguin News.
Los habitantes de las Islas Malvinas habían manifestado su rechazo y «decepción» por su exclusión del acuerdo post Brexit.
Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, había prometido en su mensaje de Navidad a los isleños que «a más largo plazo, nuestra política comercial independiente abrirá la puerta a todo tipo de nuevos mercados para las exportaciones de las Malvinas».
En diálogo con Télam, el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, Daniel Filmus, consideró que la decisión del Reino Unido de excluir a las Islas del acuerdo comercial post-Brexit con la Unión Europea, causó «malestar» entre los isleños, lo que el gobierno argentino debería seguir con «atención».
La política colonial británica, cada vez más débil
Más allá de la exclusión de las Malvinas del acuerdo comercial post Brexit, el Reino Unido evidencia un debilitamiento de su política colonial, que se hizo palpable, entre otras cuestiones, en el entendimiento entre Londres y Madrid por Gibraltar.
Condicionada por la UE, Gran Bretaña tuvo que tratar con España un acuerdo migratorio en Gibraltar que, a diferencia de los ciudadanos de la comunidad, impone a los británicos la obligación de presentar pasaportes para ingresar al pequeño territorio ubicado en el sur de la península ibérica.
Si bien el preacuerdo que insertará a Gibraltar en la zona Schengen, de libre circulación de personas, alcanzado horas antes de la entrada en vigencia del Brexit, no tendrá implicancias directas en la cuestión Malvinas, representa un nuevo mojón en el «debilitamiento» de la política colonial británica, evalúan en el Palacio San Martín.
Condicionada por la UE, Gran Bretaña tuvo que tratar con España un acuerdo migratorio en Gibraltar.
Dos días después de que se concretara la salida del Reino Unido de la UE, la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, afirmó que espera que su país se independice del Reino Unido y regrese «pronto» a la UE, tras el Brexit, al que la mayoría de los escoceses (el 62%) se opuso en el referendo de 2016.
«Ahora estamos atravesando un Brexit duro contra nuestra voluntad, en el peor momento, en medio de una pandemia y de una recesión económica», había dicho Sturgeon en el sitio web de su partido independentista SNP.
Convocar a un nuevo referendo es potestad del primer ministro británico, Boris Johnson, quien se niega, aunque una eventual victoria amplia del SNP en las elecciones de mayo próximo aumentará la presión sobre Londres para que acepte una nueva consulta.
Filmus explicó que «la aplicación del Brexit trae como consecuencia que los países europeos pasan a tener un menor compromiso de apoyo a las posiciones del Reino Unido», lo cual se vio reflejado en la última votación de las Naciones Unidas respecto a la situación del archipiélago de Chagos, la cual «mostró que un solo país europeo acompañó (al Reino Unido) con su voto».
«La aplicación del Brexit trae como consecuencia que los países europeos pasan a tener un menor compromiso de apoyo a las posiciones del Reino Unido»
En 2019, la Unión Europea no acompañó al Reino Unido en su disputa contra el Estado de Mauricio por el Archipiélago de Chagos y la asamblea de ONU ordenó al Gobierno británico restituir esos territorios en un plazo de seis meses.
En esa oportunidad, la postura británica fue rechazada por 114 votos contra 6, dentro de los cuales solo un país europeo (Hungría) acompaño al Reino Unido.
Para, el funcionario de la Cancillería todo esto demuestra que existe «un claro debilitamiento del apoyo político de la UE al Reino Unido y también una conciencia general de que no hay más lugar para el colonialismo en el Siglo XXI».
«Todos estos temas van a ejercer presiones importantes para que el Reino Unido se vea obligado a recuperar el diálogo bilateral con la Argentina» por la soberanía de las islas, evaluó Filmus.
Presencia militar
Con todo, el Gobierno británico confirmó a mediados de marzo que mantendrá la presencia militar en las Islas Malvinas para protegerlas de amenazas externas.
Las Fuerzas Armadas «disuadirán y desafiarán las incursiones en las aguas territoriales británicas de Gibraltar» y «mantendrán una presencia permanente en las Islas Malvinas, la Isla de Ascensión y el Territorio Británico del Océano Índico», indica el documento de más de 100 páginas, que el premier Boris Johnson presentó ante la Cámara de los Comunes.
Tras la presentación del plan británico de defensa, que además de la ampliación de su arsenal de armas nucleares, ratifica la decisión de mantener una «presencia militar permanente» en las Islas, el gobierno argentino rechazó la «pretensión colonialista» del Reino Unido en Malvinas.
El Gobierno británico confirmó a mediados de marzo que mantendrá la presencia militar en las Islas Malvinas.
La Cancillería argentina emitió un comunicado en el que advirtió que el Reino Unido «debe escuchar» a la comunidad internacional que «promueve el fin del colonialismo en el mundo» y en «el particular caso de las Islas Malvinas» planteó a través de una resolución de Naciones Unidas que «el camino para la solución del diferendo por la soberanía es el diálogo bilateral».